
Anclada en el ayer
por Nuria de espinosa hace 2 años
Entre las paredes de mi habitación, juré olvidarte
entre sábanas blancas de
algodón.
Mi corazón quedó varado
en el pozo de los murmullos
que las lenguas del pasado
surcan los ríos desolados.
La catarsis se llevó mi alegría
y dejó la tristeza de un alma herida, en silencio despedida
y el viento arrastra cansada.
El ayer no dejó paso al sedal del anzuelo presente, que irrumpia sin traición como
un volcán en erupción.
El piano de la vida tocaba pequeñas notas de finos tonos que en las estrellas del lucero
no brillaban al prender fuego.
Hilando los sueños del ayer
como sutiles ruecas de marfil.
En su cuna el bebé duerme
en la alcoba su madre llora.
Miro las estrellas que ya son pálidas, no llega el adviento
en la mañana. Se enrosca en los campos y su maraña cae.
En el jardín de luz de plata
la miel inicio la primavera
enquistada en el ayer; venas.
El reposo da tregua de lenta
agonía, que el tiempo andado
en la vigilia de la sombra mora
como testigo que no, nombra.
Al otro lado del muro de los reflejos valdios, trae el espejo
opaco que despoja lo robado
a un corazón que fue dañado.
Sueño el amanecer de un ayer
manchado, que no solo muere
en el ojo curioso y malvado de
de un abismo gris y agonizado.
En el mar aterciopelado, el cielo se viste de duelo en la queja amarga y sonora que el viento canta y llora. Hay bruma en el ayer; de allí nunca saldré.
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